Es de sobras conocida, pero no por ello menos digna de ser reproducida de nuevo aquí, para situarnos en contexto, la leyenda de la triste anécdota de Pablo VI en la sacristía dispuesto a celebrar el lunes de la Octava de Pentecostés del año 1970. La historia se cuenta como sigue:
Lunes después de Pentecostés, 1970. La reforma litúrgica ha entrado en vigor hace pocos meses. Pablo VI se levantó temprano por la mañana para ir a su capilla privada a celebrar la Santa Misa. Con sorpresa, encuentra dispuestos para él en la sacristía los ornamentos verdes en vez de los rojos, que corresponden al Pentecostés y su octava. Interroga al Ceremoniero de ese día diciéndole: «¿Qué es esto? ¡Esta es la Octava de Pentecostés! ¿Dónde están los ornamentos rojos?» Éste le responde: «Pero Santità, ya es tempus per annum (Tiempo ordinario), el color es verde. La Octava de Pentecostés fue abolida». «¿Verde? ¿eso cómo va a ser? ¿Quién ha abolido la Octava?», pregunta intrigado el Papa. «Vuestra Santidad lo hizo». Y Pablo VI llora.