Es
sorprendente el parecido entre estos movimientos conservadores de la Iglesia
dirigidos a los jóvenes (y no tan jóvenes), cuyo origen es la música de
alabanza protestante: dinámicas banalizadoras de música emotivista, exponiendo
o no al Santísimo iluminado, brazos en alto, abrazos y lágrimas. El programa del
“BodyFest” se articuló en torno a los conceptos de “festival”, “oración” y
“formación”, y entre las 19.00 hrs del jueves y las 9.00 del viernes se celebró
– citando las palabras textuales de la organización – “en la Universidad
Francisco de Vitoria, un Festival con speakers y música en directo sobre los
temas que más nos importan: noviazgo, autenticidad, amor, amistad, matrimonio
cristiano, vocación y sexualidad”. En esta segunda edición, la temática
principal fue “el cielo”; y continúa: “hemos invitado a grupos y
conferenciantes de primer nivel para que te emociones, te inspires, reces y
encuentres la respuesta de amor que buscas en tu vida: Él”. Leyendo el
esquemático programa, al parecer se trataba de “mini-charlas” sobre los temas
citados, mucha música y adoración nocturna (suponemos que también con música).
Llegados a
este punto, imagino que algunos estarán pensando que no puedo opinar si no he
ido; y que, como siempre, voy a criticar iniciativas buenas que conducen a
Dios. Así que, como yo no sé suficiente sobre la teología del Cuerpo, pero sí
me parece problemático el enfoque que observo en el evento del BodyFest, voy a
dejar hablar a la Dra. Alice von
Hildreband en su obra “La noche
oscura del cuerpo”, selección de artículos previamente publicados en prensa
católica, con el fin, en palabras de la autora, de “arrojar una modesta luz sobre la sublime enseñanza católica con
respecto al misterio de la esfera íntima”. Se suele decir que “de buenas
intenciones está pavimentado el camino al infierno”, así que creo que no estará
de más considerar esta valiosa exposición.
En su
obra, la Dra. von Hildebrand dedica esfuerzo a mostrar los errores que se
hallan en el exponente de la teología del cuerpo sobre el que se desarrolla
esta pastoral del Regnum Christi, Christopher
West, del Theology of the Body Institute, en los Estados Unidos de América;
su objetivo es mostrar las diferencias entre la exposición tradicional católica
sobre la esfera íntima de la persona, el amor conyugal, el enfoque de san Juan
Pablo II en la teología del cuerpo y dónde yerra West y, por consiguiente,
dónde está el riesgo / peligro del enfoque del RC. De hecho, tanto el nombre como
el programa del evento muestran llanamente que se trata de esa visión tan
frecuente hoy de un cristianismo “disfrutón” (en terminología Hakuna, tan
parecido), sin cruz; inmanentista, que busca – como se indica en el programa
del evento – comenzar a vivir el cielo en la tierra a la manera de encontrar la
felicidad puramente terrena. Me pregunto dónde quedan las impactantes palabras
de la Virgen María en Lourdes a Santa Bernadette: “te prometo hacerte feliz, no
en esta vida, sino en la otra”.
En el
prólogo a esta obra-compendio, el Cardenal Carlo Caffarra reflexiona sobre el
muy delicado tema de la intimidad, que
parece haberse desvanecido en la conducta y lenguaje de estos movimientos
neoconservadores que son el Regnum Christi y Hakuna, tan sorprendentemente
parecidos en formas y contenidos. Dice el ya fallecido cardenal Caffarra que
“la intimidad no es lo que la ley civil llama ´privacidad´, y que la ley
canónica llama ´foro interno no sacramental´, sino que se trata de algo más
profundo. En ningún lugar de la tradición cristiana encuentro páginas más
profundas sobre la intimidad de la persona que en las que santa Teresa de Jesús
escribió en su Castillo interior, al describir la séptima morada: ´en el
interior de su alma, lo muy muy interior, en una cosa muy honda, que no sabe
decir´. La sexualidad está
particularmente unida al concepto de ´intimidad personal´. Y el vínculo
fundamental entre sexualidad e intimidad es la ´modestia´. Modestia es la
no revelación de la persona a ojos que la degradarían, como objeto para ser
utilizado. Los ojos del amor conyugal pueden ´ver a la persona´ sin degradarla.
El amor conyugal es casto, mientras que el amor impuro es un contrasentido. El
libro de la Dra. von Hildebrand ofrece un verdadero análisis acerca de la
intimidad y la modestia en la actual cultura occidental”.
Es
significativo que ya en la introducción a esta obra la Dra. von Hildebrand se
refiera a Christopher West, bajo el epígrafe: “Dos enfoques muy diferentes para
el amor, el matrimonio y el sexo”: “Es una gran alegría encomiar un buen libro
o autor; es una pena y un deber criticar uno malo. Pero resulta especialmente
difícil criticar a alguien con tantos talentos, cuya obra aborda aspectos
positivos, pero que también sufre de ciertos fallos que instan a realizar
correcciones. Tal es el caso de Christopher West y de su famosa presentación de
la teología del cuerpo de Juan Pablo II. Con tanto talento como tiene – y por
más que aprecie todo lo bueno que ha hecho por la Iglesia – la obra de West
sigue quedándose corta en muchos sentidos. A veces ha malinterpretado la
auténtica tradición católica, ha omitido o ignorado aspectos esenciales de la
misma, y promovido una nueva forma de
“entusiasmo” religioso que puede ser descrito como “rebelde”. Monseñor
Ronald Knox, que tan acertadamente criticó esta actitud en su libro
“Enthusiasm”, fue un profeta al reconocer semejantes arrebatos como un fenómeno
recurrente en la historia de la Iglesia, característico de movimientos equivocados ante los que deberíamos mantenernos siempre
alerta.
Algo que
me preocupa fundamentalmente – afirma Alice von Hildebrand - es la aproximación hipersexualizada de West a
la Teología del cuerpo. Los franceses tienen una palabra maravillosa para
aprehender el encubrimiento de los propios sentimientos íntimos que se
desprenden de un verdadero sentimiento de vergüenza: “pudeur”, una “timidez
sagrada”, por así decirlo. Sujeto como está por lo que él considera su vocación
de evangelizar con esta teología a una nueva generación de un modo más
“moderno”, que supuestamente puedan entender, West prácticamente ignora la
importancia del pudor y, por su imprudencia, acaba por socavar su propio
mensaje. A la luz de la controversia que rodea la obra de West, y que ha
afectado a millones de personas a través de sus libros, DVDs, vídeos y
conferencias, me gustaría contrastar sus puntos de vista con los de mi difunto
marido, Dietrich von Hildebrand, cuya obra relativa a la enseñanza católica
sobre sexualidad humana evita los peligros y trampas demasiado a menudo
encontrados en las obras occidentales. Mi meta es alertar por igual a padres y
educadores de los errores filosóficos comunes que se repiten en las
publicaciones y conferencias de West”.
Vale la
pena leer todos los artículos compendiados en este volumen de 2015, pero vamos
a citar aquí lo que específicamente trata sobre “la obra de Christopher West y
su relación con la de Dietrich von Hildebrand” en el capítulo 5: “Desde el
Concilio Vaticano II, la Iglesia ha experimentado una crisis severa y múltiple:
una crisis de fe, una crisis de autoridad, una crisis intelectual (hay una
confusión generalizada) y una crisis moral. Debemos compensar a cualquier
´soldado´ que entre en la arena y ofrezca sus servicios al rey. Debemos
agradecer cualquier testimonio oral o escrito que ayude a la gente a volver al
redil. Como escribe San Pablo, tenemos dones diferentes, talentos diferentes, y
los utilizamos para gloria de Dios (Rm 12, 6-8)”. Ante esta afirmación, se
pregunta la Dra. von Hildebrand si
estamos ante una “revolución” o ante desarrollo de la doctrina, porque “no
obstante – afirma, siguiendo la reflexión de san Pablo – ningún ´soldado´ al servicio de la Iglesia está llamado a ser un
´revolucionario´. Dietrich von Hildebrand era consciente de que había
arrojado luz sobre una verdad muy importante que a menudo había permanecido a
oscuras, no en la doctrina católica sino en la práctica católica. Lo llamaría –
refiriéndose a su venerado cardenal Newman – un posible desarrollo de la doctrina, pero nunca una ´revolución´.
No hay ninguna revolución en la Iglesia Católica. La revelación divina terminó
con la muerte de los apóstoles. La misión de la Iglesia es difundir el mensaje
divino y aclararlo una y otra vez a lo largo de los años.
Christopher
West es aficionado a citar la provocativa declaración que George Weigel lanzó
acerca de que la teología del cuerpo de Juan Pablo II es una ´bomba de
relojería teológica´. Pero, ¿qué quiere decir esto? ¿Significa que ´los
cristianos deben acabar lo que empezó la revolución sexual´, como propuso West
en el programa de televisión Nightline? Incluso el muy influyente Weigel tiene
a su favor haber escrito que ´una cultura saturada de sexo imagina que la
revolución sexual ha sido liberadora. Lo contrario es la verdad´, en el prólogo
a uno de los libros de Christopher West. Palabras como ´revolución´ y
expresiones igual de altisonantes son atractivas, pero irresponsables. Las
palabras y frases exageradas son como un masaje psicológico utilizado a lo largo
de los años por personas que conocen el poder de las palabras. La mayoría de
gente vive en un estado de somnolencia espiritual e intelectual y semejantes
expresiones podrían ser útiles para sacarlos de su letargo. Pero están
engañados. Tal como se ha indicado con anterioridad, no hay revolución en la
Iglesia; el único gran tsunami fue la Encarnación.
El
objetivo de este artículo – continuamos citando textualmente a Alice von
Hildrebrand – es comparar la visión que Dietrich von Hildebrand tenía sobre ´la
esfera íntima´ con la de Christopher West. Permítanme ser clara y manifestar
que West – que yo sepa – nunca ha afirmado explícitamente ser discípulo de
Dietrich von Hildebrand. Sin embargo, sé por su testimonio personal que West
valora profundamente la obra de mi marido y que la ha encomiado en público.
Dejemos a un lado el indiscutible hecho de que Christopher West tiene un gran
talento oratorio, y hace mucho bien. Estoy segura de que trabaja para la gloria
de Dios. Dios puede utilizar cualquier ´herramienta´ que le plazca para traer
almas de regreso a Él. Lo que me gustaría enfatizar es que el enfoque de
Dietrich von Hildebrand es muy diferente del de Christopher West. Ser discípulo
no es una tarea sencilla. Que
Christopher West, por muy buena intención que tenga, sea un verdadero discípulo
de Juan Pablo II es cuanto menos cuestionable; como lo son muchos aspectos
de sus presentaciones. Hay que preguntarse lo siguiente: ¿Por qué la
presentación que Juan Pablo II hizo de la Teología del cuerpo nunca se vio
seriamente amenazada, mientras que la interpretación que West hace de la misma
ha desatado una controversia tan grande? ¿Podría ser porque West la ha
malinterpretado en los aspectos más esenciales y, peor aún, porque ha empleado
su propio lenguaje ofensivo y las ideas de la ´cultura pop´ para vulgarizarla?”
Santa
Teresita de Lisieux explicaba cómo, cuando un estudiante la tomó del brazo
cuando se disponía a bajar del tren, ella reaccionó como debía hacer una
muchacha como Dios manda. Se encomendó a la Virgen María y lo miró tan
severamente que el chico la soltó de inmediato (según testimonio de su hermana
Genevieve). ¿Ridiculizaría West a esta
gran santa tachándola de “mojigata”? Se equivocaría al hacerlo, ya que la
respuesta de santa Teresa fue plenamente católica, y la única correcta. Había
respondido con un noli me tangere (no
me toques). Esta actitud no tiene nada que ver con un miedo insano al cuerpo, o
al contacto corporal, sino a una muy honesta modestia y autoestima.
Noli me tangere es una
expresión clave para entender el misterio de lo sobrenatural. Éste es el motivo
por el que Dietrich von Hildebrand nunca habría realizado ningún comentario
sobre el tamaño del trasero de la Santa Virgen, como ha hecho West, repitiendo
con elogios una exhortación para que los católicos ´redescubran´ los ´grandes
senos´ de María (revista Crisis, marzo 2002). Para Dietrich, esto hubiera sido
una irreverencia. Sus pechos eran sagrados y la respuesta a lo sagrado es
´sobrecogimiento´ y no un planteamiento crítico con respecto al tamaño de los
´benditos senos de los que mamaron´. En el arte, cuando se representa a María,
lo fundamental es que la imagen inspire en el espectador un sentimiento de
reverencia. Si la han pintado con ´grandes senos´ es completamente irrelevante;
de otro modo, deberían desecharse la mayoría de los iconos.
Una vez
lanzadas estas reflexiones, Alice von Hildebrand expone sintéticamente las
diferencias entre su esposo y de Christopher West: a) von Hildebrand nunca se habría referido a la teología del cuerpo
como ´una revolución: Dietrich sabía que las
revoluciones tienen por objeto destruir el pasado y comenzar un tiempo nuevo.
Un auténtico desarrollo de la doctrina, sin embargo, toma de nuestro sagrado
depósito de fe y ayuda a que se convierta en flor, pero no inventa ni la
contradice. Cuando se presenta la teología del cuerpo como una revolución
radical y se distorsiona aquélla en algo que Juan Pablo II no pretendió nunca,
los católicos deberían detenerse de inmediato, dar marcha atrás y preguntarse:
´¿Qué me están dando de comer?´. No podemos ser demasiado cautos a la hora de proteger
nuestra alma. Dietrich hubiera aprobado la teología del cuerpo en la medida en
que pueda ser considerada ´un desarrollo de la doctrina´; siempre y cuando
semejante afirmación permaneciese fiel al depósito original de Juan Pablo II y
estuviese hecha de un modo reverente y ortodoxo.
Cada época
de la Iglesia arroja una luz particular sobre ciertos aspectos del mensaje
divino, y la Teología del Cuerpo, interpretada de un modo adecuado y coherente
con la doctrina católica, puede ser vista como un ejemplo de ello. Pero
Dietrich nunca la hubiera considerado una ´innovación´
radical. b) En contraposición
con el lenguaje diáfano y relajado que utiliza Christopher West, Dietrich von
Hildebrand escogía con mucho cuidado las palabras cuando se refería a los misterios
de nuestra fe o a cosas que son íntimas y sagradas. Expresiones como ´mierda´ o
´bodrio´ habrían hecho rechinar su ´oído espiritual´. Sabía, como sabía
Kierkegaard, que lo ´vulgar siempre es popular´, pero sin embargo nunca
recurrió a ellas ya que, como escribió san Francisco de Sales: ´Nuestras
palabras son el mejor indicio de las cualidades de nuestras almas´
(Introducción a la vida devota, parte III, capítulo 26).
Al
referirse a los misterios (como el de la Anunciación, la Natividad o la
Eucaristía), las palabras que Dietrich elegía invitaban a sus oyentes a una
temblorosa reverencia y adoración. En contraste, a Dietrich le hubiera parecido
que las observaciones de Christopher West referente a la ´sanguinolenta
membrana´ que la santa Virgen expulsó después del nacimiento de Cristo – aunque
bienintencionadas – rozaban la blasfemia. Si estuviera ante nosotros hoy día,
con toda seguridad mi marido habría citado a West las advertencias del Santo
Oficio: ´Se están publicando obras en las que la delicada cuestión sobre la
virginidad de María in partu se trata
con una deplorable crudeza de lenguaje y, lo que es más grave, en flagrante
contradicción con la tradición doctrinal de la Iglesia y con el sentimiento de
respeto que tienen los fieles´ (el Monitum del Santo Oficio, julio de 1960).
Para
terminar, permitidme que repita que no deseo eliminar cualquier bien realizado
por Christopher West, sólo llamar su atención y la de sus seguidores acerca de
los errores que creo que ha cometido y que estoy segura de que mi marido, a
quien el papa Pío XII nombró ´doctor de la Iglesia del siglo XX´, habría sido
el primero en señalarlos. Con sus muchos talentos, Christopher West tiene mucho
que ofrecer a la Iglesia; pero creo que sólo alcanzará su máximo potencial si
presenta la Teología del cuerpo de acuerdo con las tradiciones de nuestra
Iglesia – con reverencia y humildad – y se libera de los caprichosos
“entusiasmos” de nuestra época. Acometo esta reflexión relativa a la filosofía
de Dietrich von Hildebrand con esperanza de que reoriente el pensamiento de
Christopher West. Además, recuerdo al lector que la página web de éste sigue
ofreciendo su programa sobre teología del cuerpo, incluyendo cursos para
jóvenes en ámbitos públicos. Mi marido escribió ampliamente sobre la educación
sexual en la escuela, respaldando firmemente la gran encíclica Educación
cristiana de la juventud, del papa Pío XII, de 1929. En ella, su santidad
condena categóricamente la educación sexual en el aula”.
A partir
de esta exposición de la Dra. Alice von Hildebrand, creo que es interesante
reflexionar sobre varios aspectos de la enseñanza sobre la teología del cuerpo
que imparte el Regnum Christi. De
hecho, el mismo RC se refiere a la teología del cuerpo de Juan Pablo II como
una “enseñanza revolucionaria que
ofrece una comprensión profunda de la dignidad del cuerpo humano y la
sexualidad” (@regnumchristigye). A este respecto, es notable que el movimiento
neoconservador Hakuna iniciado por
el sacerdote del Opus Dei don José Pedro Manglano en 2013 se refiriera a sí
mismo en sus inicios como la “Hakuna revolution”.
De hecho, la teología del cuerpo según Christopher West también se imparte en
el Soul College, portal online de
formación o “college” (como lo llaman ellos en su uso habitual de anglicismos que
han sustituido al latín como lengua de la Iglesia) de inspiración cristiana promovido por la fundación Hakuna que
“tiene como misión transmitir a sus estudiantes el deseo de aprender a
disfrutar de ser personas. En el Soul College profundizamos en las grandes
preguntas del ser humano, quién soy yo, para qué vivo”. Entre los profesores de este college hay unos cuantos sacerdotes diocesanos y alguna comunidad
religiosa. Respecto a la vulgarización del lenguaje que mencionaba Von
Hildebrand citando a san Francisco de Sales, hay que decir que en ello el
sacerdote Manglano y Hakuna se llevan la palma (“pringados”, “revolcaderos”,
santos de “mierda” son sólo algunas de sus perlas ´evangelizadoras con lenguaje
actual´).
No quiero olvidar una breve mención al recientemente
aparecido BoscoArts, que ofrece la misma estética y temática neoconservadora
que Hakuna, el Regnum Christi y el Soul College, tan semejantes todos ellos en
estética y contenido: el arte, la mirada, “de inspiración cristiana” pero,
tristemente en el caso de Bosco Arts, sin referencias explícitas a Dios y
nombrado de manera muy cool en el Soul College – que se define como “de
inspiración cristiana”, no simplemente católico - como “God journey”.
El modernismo es una gran hidra, como puede verse, que
está ahogando el catolicismo entre jóvenes conservadores bien intencionados,
olvidando que el catolicismo no es tal sino en la tradición bimilenaria de la
Iglesia.
Hemos ido
citando nombres que no se escuchan en estos festivales conservadores,
extrañamente: el matrimonio Von Hildebrand, Kierkegaard, el cardenal Newman,
santa Teresa de Jesús y santa Teresita de Lisieux; ¿por ser “inactuales”, poco
modernos? ¿Significa eso poco atractivos para los católicos de hoy? ¿Dónde
estaría el problema si esto es así: en la exposición de la verdad católica o en
los católicos de hoy si no son capaces de recibir las verdades de siempre como
siempre se enseñaron? O, tal vez, en quienes llevan más de 60 años pensando que
las personas de hoy ya no pueden recibir un mensaje que es eterno, no sujeto a
modas. Sobre esto, Martin Mosebach ha explicado muy bien, refiriéndose a la
liturgia, cómo el cambio de forma implica el cambio de contenido, que es lo que
ocurre con estas maneras pretendidamente ´innovadoras´ y /o ´revolucionarias´
de presentar la fe hoy.
Acabo con
un breve consejo al RC para futuras ediciones del BodyFest: que vean en
internet otros festivales internacionales nudistas, pornográficos y satánicos
celebrados con el exacto mismo nombre y valoren así si es un nombre adecuado
para un evento cristiano.
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