miércoles, 6 de noviembre de 2024

La Misa de Réquiem que Omella, Yanes y Arana nunca perdonaron a Don Manuel Ureña y al P. Miguel Ángel Barco


Les voy a contar una historia que tal vez ya conozcan, la de la persecución, en la Iglesia en España, de tres siniestros personajes eclesiásticos a varios santos sacerdotes - uno de ellos, obispo - durante 50 años. 
Conocía algunos datos, pero tirar del hilo me ha helado la sangre. Lo que se escondía tras estas infamias era el odio diabólico a la Tradición.

Tal vez estos infames olvidaron que no hay nada secreto que no deba ser conocido y divulgado (Lc 8, 17), y que Jesucristo, el único y verdadero Rey, les juzgará el día de su muerte.

Resulta que yo intentaba escribir un breve artículo sobre cómo el Heraldo de Aragón titulaba una noticia del 16 de enero de 2011 "Épila inaugura con música la restauración de la iglesia", en la que el diario explicaba cómo el templo parroquial de Santa María la Mayor de la localidad había festejado la conclusión de los trabajos de restauración con una Misa celebrada por el arzobispo Manuel Ureña... y acabé topándome con la información ya publicada de una diabólica trama de persecución orquestada por perseguidores de la Iglesia Católica Apostólica, infiltrados dentro de ella, a santos sacerdotes e incluso a seglares.

La noticia del Heraldo de Aragón explicaba cómo en la restauración que se celebraba ese enero de 2011 en Épila se había terminado la torre izquierda casi tres siglos después de comenzada la construcción del templo, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2001. En la torre también se instalaron campanas donadas por Francisco Bosqued y la restauración corrió a cargo del Gobierno de Aragón (75%) y el Ayuntamiento  (25%). El periódico aragonés menciona en el artículo que "el templo de Santa María la Mayor fue escenario de una misa en latín presidida por el arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña. En la ceremonia participaron el Orfeón Donostiarra y la Orquesta Sinfónica del Reino de Aragón, que interpretaron la ´Misa de Difuntos´ del compositor aragonés Mariano Rodríguez de Ledesma, fallecido a mediados del siglo XIX". Al parecer, el acto - que congregó a 1600 personas - contó con nutrida participación política, incluyendo al entonces presidente de la Diputación de Zaragoza (y posterior presidente de la comunidad autónoma), el socialista Javier Lambán.

Veamos: Épila, población perteneciente a la archidiócesis de Zaragoza, es una localidad de unas 4500 almas según el censo de 2023. Una población relativamente pequeña. El párroco en 2011 era don Miguel Ángel Barco, sacerdote nacido en Barcelona e incardinado en la diócesis de Alcalá de Henares que estuvo durante unos años ejerciendo de párroco en esta localidad zaragozana. Sólo cuatro años antes, en 2007, Benedicto XVI había publicado el motu proprio Summorum Pontificum, que liberalizaba la celebración pública del vetus ordo Missae, ante el cual, muchos obispos miraron a otro lado para no seguir las instrucciones del pontífice de celebrar la Misa de los siglos siempre que un grupo de fieles lo solicitara, mientras que otros directamente desobedecieron al Papa.

Mientras tanto, en la localidad de Épila, el arzobispo celebró una magnífica Misa de Requiem compuesta por un músico aragonés del siglo XIX en la que no solamente intervino la Orquesta del Reino de Aragón, sino que cantó nada menos que el Orfeón Donostiarra, con la repercusión pública y mediática que ello implicaba. De esta manera, don Manuel Ureña se convirtió en el primer obispo en toda España que celebró públicamente una Misa vetus ordo tras el motu proprio

Sorprendentemente (o no), algunos eclesiásticos de los ganados por el Príncipe de este mundo, el león que anda rugiendo buscando a quién devorar, el príncipe de la mentira, el que siembra la división y la confusión, orquestaron una tremenda campaña de destrucción personal y espiritual contra el arzobispo y contra el párroco de Épila que había de extenderse, en el caso del segundo, durante más de una década. El siniestro trío conspirador estaba compuesto por el jesuita Germán Arana, el antecesor de Ureña como obispo de Zaragoza, Elías Yanes, y un obispo de tan mediocre talento como gran ambición, Juan José Omella. 

De manera también poco sorprendente, y aquí es donde esta historia cobra toda su relevancia y profundidad, lo que tal vez es menos conocido es que don Miguel Ángel Barco fue discípulo desde su adolescencia del reverendo Mossèn Mariné, párroco de san Félix Africano, foco de la resistencia tradicional en Barcelona en la década de los años 1970, junto con la parroquia de Santa Tecla, al frente de la cual se hallaba Mossèn Bach. ¿Cuál es, pues, el nexo que parece unir la difamación contra Ureña, Barco y Mariné? La Tradición de la Iglesia y su Liturgia, el vetus ordo Missae. Los hijos de las tinieblas odian la liturgia revelada que ha santificado a millones de almas y que da gloria a Dios de la manera más sublime posible.

¿Recuerdan ustedes que muy recientemente, este mismo 2024, el diario Lo País ha intentado crear una gran historia que manchara el nombre de Mossèn Mariné, utilizando el supuesto testimonio de un anciano Mossèn Muñoz, fundador del Oasis de Jesús Sacerdote? Pues es increíble cómo todas estas historias están relacionadas. A mí me parece claro que hay una mente maligna, más inteligente que la de este siniestro trío que forman Omella, Arana y Yanes (ya fallecido), que opera aquí.

Porque resulta que las dimensiones de la resistencia de la tradición en Barcelona no pueden ser minimizadas: se formó una asociación de sacerdotes y religiosos bajo el patronazgo de San Antonio María Claret que consiguió unificar a 6000 almas consagradas. De hecho, los fundadores de la Unión Seglar surgieron de aquí. En palabras del reverendo Miguel Ángel Barco, en una entrevista realizada por la persona que escribe bajo el pseudónimo de Jacques Pintor, y publicada por éste el 17 de junio del presente año 2024, "al ver la tormenta postconciliar que se estaba formando, estos 6000 sacerdotes se ponen todos de acuerdo y apoyarán los criterios de Monseñor Lefebvre. Sin embargo, en 1976, el cardenal Tarancón emitió un comunicado sobre la suspensión a divinis impuesta por el papa Pablo VI a Monseñor Lefebvre y que no deben ser acogidas en ningún templo de la Iglesia Católica las actividades que éste tenía previstas en Madrid y Barcelona (...). Tras este comunicado, toda la Asociación de Sacerdotes y Religiosos de San Antonio María Claret en bloque, sacerdotes y religiosos, se desvincula de Monseñor Lefebvre, menos Mossèn Mariné, párroco de San Félix Africano, que sigue manteniendo relación con él y enviando vocaciones sacerdotales a Ecône". Para comprender mejor lo que esto significó, les recomiendo encarecidamente leer el texto enlazado. 

El P. Miguel Ángel Barco, a quien Arana calificó en un informe al Vaticano como un "personaje oscuro y desequilibrado por su amor a la liturgia tradicional", está convencido, según sus palabras en esta entrevista de Pintor, de la falsedad de las acusaciones contra Mossèn Mariné de supuestos abusos a menores en los años 1970s basadas en unas también supuestas palabras del P. Muñoz, que le conoció bien al coincidir ambos en la parroquia de san Félix Africano en la referida época. Para el P. Barco, la razón de este intento de damnatio memoriae del P. Mariné está clara: las palabras empleadas por el mismo Arana destacan su poca imaginación. En una misiva al Vaticano había calificado a Miguel Ángel Barco como un "personaje oscuro y desequilibrado por su amor a la liturgia tradicional" y, en otra, calumniaba a Mossèn Mariné por una cuestión de gustos litúrgicos distintos. En esta entrevista - cuyo enlace pueden encontrar unos párrafos más arriba - el entrevistador formula al P. Barco formula la pregunta clave: ¿por qué menciona Arana - socio del cardenal Omella en la trama de Zaragoza - gratuitamente a Mossèn Mariné en una carta remitida al Papa Francisco y cuya intención única era mancillar el honor del arzobispo Ureña?

Podría continuar, pero todo está ya publicado en los dos enlaces que les dejo a continuación y que les recomiendo leer y llevar a la oración, por la conversión de las almas alejadas de Dios y la justicia divina, que siempre actúa:

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