Hace unos tres o cuatro años, durante una charla con un muchacho veinteañero converso a la fe católica y muy implicado en Hakuna, hice el comentario de que somos pecadores, a lo que él me corrigió con mucho énfasis diciendo que “en realidad, somos santos pendientes de santificarnos más cada día”; y me remitió para confirmar tal afirmación a un libro del sacerdote José Pedro Manglano, fundador de esta asociación, en que podía leerse que “los cristianos de la Iglesia primitiva se llamaban ´los santos´ porque toda su vida estaba impregnada de la presencia de Cristo y de la luz de su Evangelio”. Extrañada ante tal afirmación, consulté a mi director espiritual y me dijo que no se trataba de algo erróneo en sí, pero que sí necesitaba de mucha explicación para no dar pie a confusiones. El tema seguía rondándome la cabeza, comenzando como estábamos la Cuaresma, con todas las enseñanzas católicas tradicionales sobre el pecado y la necesidad de penitencia y conversión. Así que fui a la página web de Hakuna para ver qué podía encontrar sobre el tema; descubrí su Proyecto Slope y me apunté.
Pero contextualicemos un poco antes de
entrar a tratar específicamente en este “método” para vivir la Cuaresma. Dejo
aquí para empezar la auto-definición de Hakuna que puede leerse en su web por
si alguien no sabe qué es: “Hakuna, como nos define el Papa Francisco, es una
familia eucarística que nace en Río de Janeiro en la JMJ de 2013. Cristianos
que juntos seguimos a Cristo, compartiendo un estilo de vida que aprendemos
arrodillados ante Cristo Hostia. Y así aprendemos a vivir arrodillados ante el
prójimo, ante la vida y ante el mundo. Creamos espacio de vida en los que
contagiamos la Vida. Disfrutamos de todo porque todo es bueno, y así
glorificamos a Dios. Deseamos colaborar con el Espíritu para transfigurar todas
las realidades (…). Queremos hacer de la vida una fiesta, y hacer de las
fiestas momentos de vida. Nos expresamos habitualmente con música (…). Jurídicamente,
Hakuna es una Asociación privada de fieles, aprobada por el Cardenal Arzobispo
de Madrid, D. Carlos Osoro”.
Desde mi ignorante – y supongo que, por eso mismo, atrevido – punto de vista, existen diversas afirmaciones cuestionables en esta auto-definición. Pero aquí no tengo intención de tratar sobre esta asociación católica tan exitosa en términos cuantitativos, sino específicamente sobre su propuesta para vivir la Cuaresma, que tiene que ver directamente con su concepto del mundo, del pecado, de la penitencia y de la conversión. Son conocidas las reseñas al respecto de Hakuna del sacerdote toledano P. Eduardo Vadillo sobre las obras del sacerdote José Pedro Manglano (citadas y resumidas aquí). A este respecto, para el P. Vadillo, “(en las obras de Manglano) no se está distinguiendo entre el nivel sensible y el nivel intelectual o espiritual; no se está distinguiendo entre la naturaleza y la gracia; la cuestión de las heridas del pecado original, el pecado como ofensa a Dios y la necesidad de la prudencia en el uso de los bienes materiales no aparecen con claridad. Es falso que se pueda tocar a Dios con los sentidos en los deleites materiales, ni en esta vida, ni con el cuerpo glorificado. El propósito de maximizar el disfrute de lo corporal, incluso con la moderación, y revestirlo con la peculiar interpretación que hace el autor de los sentidos espirituales, no lo encontrara correcto quien conozca a los autores místicos como san Juan de la Cruz o santa Teresa de Jesús (...). Hubiera ganado mucho el propósito del autor si se hubieran recordado los múltiples textos de la Escritura que alaban una vida sobria, nos advierten frente a los riesgos de la bebida, y subrayan la caducidad de este mundo. En modo alguno el placer es algo malo, pero la facilidad de que se desordene la persona debe ser valorada con una seria prudencia. La conversión de vida no es un simple mirar la realidad de otra manera, sino que conlleva toda una serie de cambios muy concretos, y con frecuencia costosos, pues el aspecto trágico que tiene la vida del hombre sobre la tierra por el pecado no es algo que se pueda banalizar. Por más que se hayan empleado argumentos más o menos sofisticados, en su conjunto nos parece un mero intento de epicureísmo cristiano”.
Desde la perspectiva de la tradición católica, podríamos destacar diversos puntos sobre estas mismas cuestiones de un muy interesante artículo de Miguel Quesada en el periódico La Esperanza. Afirma el autor que “el núcleo del problema de Hakuna es el naturalismo que permea todo. El naturalismo, entendido como la negación del pecado, o sus consecuencias en la naturaleza, lleva a ver en la naturaleza algo bueno en sí y de la que sale lo mejor del hombre. El naturalismo de Manglano y su obra se manifiesta en varios estratos. Primeramente, la relación con el mundo. El mundo para Hakuna ya no es el enemigo del alma, sino destinatario del servicio de los cristianos («así aprendemos a vivir arrodillados ante el prójimo, ante la vida y ante el mundo»). La confusión de acepciones del concepto mundo parece cobrar aquí su importancia. La gracia presupone la naturaleza y la perfecciona, pero la confusión entre naturaleza, mundo y materia (entendida como «carne») trastocan una lectura católica. Se trata de una concepción voluntarista y racionalista, por la que el hombre configura la realidad según las impresiones sobre la misma. Al dotar de contenido ético las realidades a través de la voluntad subjetiva, nada hay malo ni bueno fuera de lo que yo así lo estime. Esto, unido al naturalismo original, da pie a una mutación sustancial de la ética: el placer adquiere el papel de termómetro del bien (…). El epicureísmo lleva al vitalismo: el disfrute, elevado a parámetro ético, produce una concepción de la vida tendente a la frivolidad, supuestamente santificada. El epicureísmo, junto con el voluntarismo, tienen una de sus más trágicas consecuencias en la liturgia. La banalización e irreverencia del grupo es apreciable desde una perspectiva ontológica. Si es la «vida» lo que se busca, es decir, dotar de placer —ergo de bondad— las realidades, la liturgia no perfecciona sino en la medida en que así lo sienta (el placer, como sabemos, es una manifestación sensitiva)”.
Disculpen la extensión de las citas, pero me parecen fundamentales. Vaya por delante que no estoy negando que las miles de personas, sobre todo jóvenes, implicadas en Hakuna, recen y se formen, que se arrodillen ante el Santísimo y ayuden a personas necesitadas. Lo hacen. Y llenan conciertos con su música en que los asistentes afirman salir con una fe renovada y más viva. No son pocos tampoco los sacerdotes – y hasta obispos – reconocidos por su sólida doctrina que resaltan las virtudes de esta asociación.
Pero, después de este extenso preámbulo necesario para contextualizar, vayamos con el tema concreto del “Proyecto Slope” como método de Hakuna para vivir la Cuaresma (por cierto, que “slope” es un término en inglés que significa “pendiente”). Y lo más adecuado me parece que es ir directamente a la fuente, a cómo Hakuna define este proyecto. Basta con teclear en Google las palabras “Hakuna” y “Cuaresma” y aparece enseguida un enlace al Proyecto Slope en su web. Aquí puede leerse: “¿Por qué Slope? ¿Qué nos impide disfrutar de todo? Yo quiero disfrutar, el mundo me ofrece tanto para ser feliz. ¿Qué ocurre? ¿Por qué tanta infelicidad? Es más, cuanto más tenemos, parece que es más difícil ser feliz. A veces no nos damos cuenta de que la dificultad se halla, principalmente, en la relación que yo entablo con la realidad. Si mi relación con el mundo es adecuada, todo suma; si mi relación con el mundo está viciada o desajustada, todo se vuelve insípido (…) Hemos decidido poner en marcha un proyecto de 40 días llamado Slope. ¡Lánzate por esta pendiente y te encontrarás disfrutando de todo… sin darte cuenta! (…) El programa Slope consiste en un método de 40 días que se propone capacitarte para amar al mundo como el mundo merece ser amado. 40 días en los que entrenarte en una tabla de ejercicios del alma que te permitan sanar tus relaciones con el mundo (…). La lucha y el combate son claves en la historia de cualquier persona, y es necesario estar preparados para la batalla. Pero, ¿por qué la ascética va a respirar rechazo al mundo, en vez de amor apasionado por todo lo creado (…)? El único Santo es Dios. Sólo Él puede darnos Su Vida. Lo que pretendemos en este proyecto es abrirnos a la acción de Dios, corrigiendo lo que puede dificultar y fomentando lo que puede favorecerla”.
Así es, pues, como viene definido este método para vivir la Cuaresma. Como les decía al inicio, un año me apunté y la dinámica consistía en pequeños grupos de whatsapp en el que se recibían tracks o breves puntos para la reflexión diaria. Básicamente, el programa sugiere unos puntos de lucha para sanar las relaciones con el mundo: desde tomar una copa y dar gracias a Dios hasta favorecer el silencio interior. La manera de experimentar estos días es “disfrutando de todo”. “No se pretende espiritualizar la vida, sino encarnar la Vida”. El planteamiento propone un “combate serio: todos los días exigirnos”, reflexionando ante Dios cada mañana y cada noche sobre las cuestiones tratadas. La idea es que los grupos de whatsapp son muy reducidos (5-7 personas) para que los miembros se apoyen y poder compartir los avances. Algunos ejercicios eran los siguientes: “levantarse cuando suena el despertador y disfrutar del nuevo día desde el minuto cero. Una maravilla diaria que consiste en enviar cada día una foto al grupo de alguna maravilla de Dios y rezar alguna alabanza a Dios mientras la envías (…). O beber bien: cuando se beba alcohol que sea de calidad y en compañía con una buena conversación, si no, no la tomes, y da gracias a Dios (…) Otro ejercicio de entrenamiento es el tiempo de la noche, para favorecer el silencio interior y entrar en el alma sin mirar el móvil ni las redes sociales”.
Personalmente, lo encontré muy flojo, naïve, extremadamente sentimentalista y confuso en su intento de exposición de una doctrina católica; tal vez por mi edad (no tengo veintipocos años) pero seguramente, sobre todo se entiende al tener en cuenta los errores de los que adolece la concepción de mundo, pecado, conversión y penitencia que se encuentran en la exposición de la doctrina y la moral católicas del sacerdote Manglano. Por eso me pareció pertinente colocar las dos extensas citas sobre Hakuna del P. Vadillo y de Miguel Quesada al inicio, para contextualizar. Sé que este parecer puede resultar polémico, porque el Espíritu suscita realidades muy variadas en la Iglesia que no tienen por qué ser “del gusto” de todos y porque “hay tantos caminos a Dios como personas”, que decía Benedicto XVI; y son muchos los sacerdotes y obispos de sana doctrina, como decíamos, que están entusiasmados con el fenómeno Hakuna. Pero lo encuentro serio y grave porque no se trata solamente de que un tipo de espiritualidad pueda ser más o menos del “gusto” de cada cual, sino porque hay unos errores doctrinales y morales de base bastante importantes y un recurso a un extremo sentimentalismo que se apartan considerablemente de la doctrina tradicional católica. Por si desean ver una muestra de lo que decimos, aquí les dejo el enlace a un breve vídeo de Hakuna vistos por símismos.
Desde mi ignorante – y supongo que, por eso mismo, atrevido – punto de vista, existen diversas afirmaciones cuestionables en esta auto-definición. Pero aquí no tengo intención de tratar sobre esta asociación católica tan exitosa en términos cuantitativos, sino específicamente sobre su propuesta para vivir la Cuaresma, que tiene que ver directamente con su concepto del mundo, del pecado, de la penitencia y de la conversión. Son conocidas las reseñas al respecto de Hakuna del sacerdote toledano P. Eduardo Vadillo sobre las obras del sacerdote José Pedro Manglano (citadas y resumidas aquí). A este respecto, para el P. Vadillo, “(en las obras de Manglano) no se está distinguiendo entre el nivel sensible y el nivel intelectual o espiritual; no se está distinguiendo entre la naturaleza y la gracia; la cuestión de las heridas del pecado original, el pecado como ofensa a Dios y la necesidad de la prudencia en el uso de los bienes materiales no aparecen con claridad. Es falso que se pueda tocar a Dios con los sentidos en los deleites materiales, ni en esta vida, ni con el cuerpo glorificado. El propósito de maximizar el disfrute de lo corporal, incluso con la moderación, y revestirlo con la peculiar interpretación que hace el autor de los sentidos espirituales, no lo encontrara correcto quien conozca a los autores místicos como san Juan de la Cruz o santa Teresa de Jesús (...). Hubiera ganado mucho el propósito del autor si se hubieran recordado los múltiples textos de la Escritura que alaban una vida sobria, nos advierten frente a los riesgos de la bebida, y subrayan la caducidad de este mundo. En modo alguno el placer es algo malo, pero la facilidad de que se desordene la persona debe ser valorada con una seria prudencia. La conversión de vida no es un simple mirar la realidad de otra manera, sino que conlleva toda una serie de cambios muy concretos, y con frecuencia costosos, pues el aspecto trágico que tiene la vida del hombre sobre la tierra por el pecado no es algo que se pueda banalizar. Por más que se hayan empleado argumentos más o menos sofisticados, en su conjunto nos parece un mero intento de epicureísmo cristiano”.
Desde la perspectiva de la tradición católica, podríamos destacar diversos puntos sobre estas mismas cuestiones de un muy interesante artículo de Miguel Quesada en el periódico La Esperanza. Afirma el autor que “el núcleo del problema de Hakuna es el naturalismo que permea todo. El naturalismo, entendido como la negación del pecado, o sus consecuencias en la naturaleza, lleva a ver en la naturaleza algo bueno en sí y de la que sale lo mejor del hombre. El naturalismo de Manglano y su obra se manifiesta en varios estratos. Primeramente, la relación con el mundo. El mundo para Hakuna ya no es el enemigo del alma, sino destinatario del servicio de los cristianos («así aprendemos a vivir arrodillados ante el prójimo, ante la vida y ante el mundo»). La confusión de acepciones del concepto mundo parece cobrar aquí su importancia. La gracia presupone la naturaleza y la perfecciona, pero la confusión entre naturaleza, mundo y materia (entendida como «carne») trastocan una lectura católica. Se trata de una concepción voluntarista y racionalista, por la que el hombre configura la realidad según las impresiones sobre la misma. Al dotar de contenido ético las realidades a través de la voluntad subjetiva, nada hay malo ni bueno fuera de lo que yo así lo estime. Esto, unido al naturalismo original, da pie a una mutación sustancial de la ética: el placer adquiere el papel de termómetro del bien (…). El epicureísmo lleva al vitalismo: el disfrute, elevado a parámetro ético, produce una concepción de la vida tendente a la frivolidad, supuestamente santificada. El epicureísmo, junto con el voluntarismo, tienen una de sus más trágicas consecuencias en la liturgia. La banalización e irreverencia del grupo es apreciable desde una perspectiva ontológica. Si es la «vida» lo que se busca, es decir, dotar de placer —ergo de bondad— las realidades, la liturgia no perfecciona sino en la medida en que así lo sienta (el placer, como sabemos, es una manifestación sensitiva)”.
Disculpen la extensión de las citas, pero me parecen fundamentales. Vaya por delante que no estoy negando que las miles de personas, sobre todo jóvenes, implicadas en Hakuna, recen y se formen, que se arrodillen ante el Santísimo y ayuden a personas necesitadas. Lo hacen. Y llenan conciertos con su música en que los asistentes afirman salir con una fe renovada y más viva. No son pocos tampoco los sacerdotes – y hasta obispos – reconocidos por su sólida doctrina que resaltan las virtudes de esta asociación.
Pero, después de este extenso preámbulo necesario para contextualizar, vayamos con el tema concreto del “Proyecto Slope” como método de Hakuna para vivir la Cuaresma (por cierto, que “slope” es un término en inglés que significa “pendiente”). Y lo más adecuado me parece que es ir directamente a la fuente, a cómo Hakuna define este proyecto. Basta con teclear en Google las palabras “Hakuna” y “Cuaresma” y aparece enseguida un enlace al Proyecto Slope en su web. Aquí puede leerse: “¿Por qué Slope? ¿Qué nos impide disfrutar de todo? Yo quiero disfrutar, el mundo me ofrece tanto para ser feliz. ¿Qué ocurre? ¿Por qué tanta infelicidad? Es más, cuanto más tenemos, parece que es más difícil ser feliz. A veces no nos damos cuenta de que la dificultad se halla, principalmente, en la relación que yo entablo con la realidad. Si mi relación con el mundo es adecuada, todo suma; si mi relación con el mundo está viciada o desajustada, todo se vuelve insípido (…) Hemos decidido poner en marcha un proyecto de 40 días llamado Slope. ¡Lánzate por esta pendiente y te encontrarás disfrutando de todo… sin darte cuenta! (…) El programa Slope consiste en un método de 40 días que se propone capacitarte para amar al mundo como el mundo merece ser amado. 40 días en los que entrenarte en una tabla de ejercicios del alma que te permitan sanar tus relaciones con el mundo (…). La lucha y el combate son claves en la historia de cualquier persona, y es necesario estar preparados para la batalla. Pero, ¿por qué la ascética va a respirar rechazo al mundo, en vez de amor apasionado por todo lo creado (…)? El único Santo es Dios. Sólo Él puede darnos Su Vida. Lo que pretendemos en este proyecto es abrirnos a la acción de Dios, corrigiendo lo que puede dificultar y fomentando lo que puede favorecerla”.
Así es, pues, como viene definido este método para vivir la Cuaresma. Como les decía al inicio, un año me apunté y la dinámica consistía en pequeños grupos de whatsapp en el que se recibían tracks o breves puntos para la reflexión diaria. Básicamente, el programa sugiere unos puntos de lucha para sanar las relaciones con el mundo: desde tomar una copa y dar gracias a Dios hasta favorecer el silencio interior. La manera de experimentar estos días es “disfrutando de todo”. “No se pretende espiritualizar la vida, sino encarnar la Vida”. El planteamiento propone un “combate serio: todos los días exigirnos”, reflexionando ante Dios cada mañana y cada noche sobre las cuestiones tratadas. La idea es que los grupos de whatsapp son muy reducidos (5-7 personas) para que los miembros se apoyen y poder compartir los avances. Algunos ejercicios eran los siguientes: “levantarse cuando suena el despertador y disfrutar del nuevo día desde el minuto cero. Una maravilla diaria que consiste en enviar cada día una foto al grupo de alguna maravilla de Dios y rezar alguna alabanza a Dios mientras la envías (…). O beber bien: cuando se beba alcohol que sea de calidad y en compañía con una buena conversación, si no, no la tomes, y da gracias a Dios (…) Otro ejercicio de entrenamiento es el tiempo de la noche, para favorecer el silencio interior y entrar en el alma sin mirar el móvil ni las redes sociales”.
Personalmente, lo encontré muy flojo, naïve, extremadamente sentimentalista y confuso en su intento de exposición de una doctrina católica; tal vez por mi edad (no tengo veintipocos años) pero seguramente, sobre todo se entiende al tener en cuenta los errores de los que adolece la concepción de mundo, pecado, conversión y penitencia que se encuentran en la exposición de la doctrina y la moral católicas del sacerdote Manglano. Por eso me pareció pertinente colocar las dos extensas citas sobre Hakuna del P. Vadillo y de Miguel Quesada al inicio, para contextualizar. Sé que este parecer puede resultar polémico, porque el Espíritu suscita realidades muy variadas en la Iglesia que no tienen por qué ser “del gusto” de todos y porque “hay tantos caminos a Dios como personas”, que decía Benedicto XVI; y son muchos los sacerdotes y obispos de sana doctrina, como decíamos, que están entusiasmados con el fenómeno Hakuna. Pero lo encuentro serio y grave porque no se trata solamente de que un tipo de espiritualidad pueda ser más o menos del “gusto” de cada cual, sino porque hay unos errores doctrinales y morales de base bastante importantes y un recurso a un extremo sentimentalismo que se apartan considerablemente de la doctrina tradicional católica. Por si desean ver una muestra de lo que decimos, aquí les dejo el enlace a un breve vídeo de Hakuna vistos por símismos.
Hace unos tres o cuatro años, durante una charla con
un muchacho veinteañero converso a la fe católica y muy implicado en Hakuna, hice el comentario de que somos
pecadores, a lo que él me corrigió con mucho énfasis diciendo que “en realidad,
somos santos pendientes de santificarnos más cada día”; y me remitió para
confirmar tal afirmación a un libro del sacerdote José Pedro Manglano, fundador
de esta asociación, en que podía leerse que “los cristianos de la Iglesia
primitiva se llamaban ´los santos´ porque toda su vida estaba impregnada de la
presencia de Cristo y de la luz de su Evangelio”. Extrañada ante tal
afirmación, consulté a mi director espiritual y me dijo que no se trataba de
algo erróneo en sí, pero que sí necesitaba de mucha explicación para no dar pie
a confusiones. El tema seguía rondándome la cabeza, comenzando como estábamos
la Cuaresma, con todas las enseñanzas católicas tradicionales sobre el pecado y
la necesidad de penitencia y conversión. Así que fui a la página web de Hakuna
para ver qué podía encontrar sobre el tema; descubrí su Proyecto Slope y me apunté.
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