lunes, 29 de julio de 2024

Influencers católicos (II): Construyendo sobre la arena


 Les comenté hace unos meses que tengo un perfil en Instagram donde no he publicado nada y que utilizo para seguir cuentas y perfiles que me interesan; la mayoría, de contenido católico. Algunas españolas, otras no; algunas de obispos o conferencias episcopales, de parroquias; otras de comunidades religiosas y otras de lo que se conoce como influencers católicos de todo tipo: sacerdotes y laicos, jóvenes, mamás católicas, matrimonios católicos, etc.

Con respecto a los influencers laicos, algunos de ellos realizan una bella e importante labor con temas muy concretos como la castidad antes del matrimonio, el poner a Dios en el centro de un matrimonio católico, la crianza de los hijos en términos cristianos y el genocidio del aborto, entre otros.

Me parece que puede ser una buena labor de primer anuncio, pero que no puede quedarse ahí, porque sí se queda en esos temas concretos es como construir la casa sobre arena (Mt 7, 21). Y el problema, creo, es que sí se queda ahí en la mayoría de las ocasiones, sin tener en cuenta el marco posmoderno de apostasía en que vivimos y por el que todos estamos influenciados. En su inmensa mayoría, los perfiles de los influencers son de corte conservador; y los conservadores, como dijo G. K. Chesterton, “no son más que los progresistas a cámara lenta”, imbuidos del mismo espíritu modernista, ajeno, cuando no opuesto, a la Tradición de la Iglesia. Se está disparando entonces contra los monstruos de la pornografía, la baja natalidad, el género, el homosexualismo, el aborto y otros con pistolas de agua. Y esta poca efectividad se debe a su misma cosmovisión posmoderna, que ha entrado en la Iglesia y domina también el mensaje de los pastores.

Desconocemos la formación en la fe de la mayoría de estos influencers católicos que con la facilidad que dan las redes sociales de escribir lo que uno quiera y alcanzar a miles de personas, pueden esparcir tremendos errores, como desgraciadamente es el caso de la ideología de género que ciertos influencers a nivel personal pero también ciertos institutos religiosos están difundiendo, con el peligro añadido de que son llamados por obispos y comunidades religiosas para formar a sus miembros, así como por escuelas católicas. No voy a decir ningún nombre porque no se trata de condenar a ninguna persona, sino de condenar errores, por el bien de las almas. También están ahí los talleres de corte carismático de vida en el Espíritu que se imparten en muchas parroquias y que parten de una vivencia de la fe en clave emotivista de origen pentecostal; es decir, protestante.

Se da por descontada su buena intención; pero de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno (expresión que san Francisco de Sales atribuye a san Bernardo de Claraval). Porque lo que está en juego es la salvación de las almas. Por tanto, ha de enseñarse la verdad en toda su profundidad. Hay que decir, además, que la enseñanza es una de las tres misiones principales de la Iglesia; y si los pastores no enseñan, sino que delegan la enseñanza en influencers de poca o deformada formación, tenemos el error extendido con la connivencia de la jerarquía. El mensaje de los influencers, más que en su formación, se basa en su experiencia personal; la que es virgen antes del matrimonio, habla de ello; quien vive un “exitoso” matrimonio católico, de su tema; la mamá católica primeriza, de su experiencia como joven esposa y madre católica. Todo son testimonios y experiencias sin una base doctrinal sólida. ¿Dónde están los sacerdotes o los teólogos impartiendo charlas o retiros basados en la espiritualidad tradicional de la Iglesia? ¿O las vidas de los grandes santos de todos los tiempos dadas a conocer por los pastores a los jóvenes como modelos de santidad también para ellos?

Al respecto, la cita de Chesterton que mencionamos anteriormente añadía algo que he omitido con la intención de poder decirlo ahora: “los conservadores no son más que los progresistas a cámara lenta, cuya función es impedir la restauración”. Pues bien, ésta es la clave: la restauración de la gran Tradición católica que enseña la verdad, para la salvación de las almas, que es el fin con el que Cristo fundó la Iglesia.

El P. Gabriel Calvo Zarraute afirma en su libro “DeRoma a Berlín, que “El problema es que los occidentales de hoy han sido educados para ser escépticos hacia la verdad, la religión y la moral, hasta el punto de que muchos tienen prejuicios contra cualquier afirmación d su validez”, y que “los cristianos de hoy en día están inevitablemente contaminados de este mundo poscristiano y sufren de la misma manera esta enfermedad espiritual” (…). Los obstáculos a la evangelización existen también dentro de la misma Iglesia. Se supone que los escolares católicos de hoy aprenden la fe de sus padres, pero esos mismos padres fueron mal formados en lo esencial de la fe católica (…). La ignorancia religiosa no afecta sólo a quienes han abandonado la Iglesia”.

Entonces, ¿cómo puede la enseñanza de la Iglesia volver a construir sobre la roca, por el bien de las almas? Para el P. Calvo Zarraute, el rescate del conocimiento de la ley natural es clave en este despertar. “Es necesario - afirma – tomar conciencia del contexto posmoderno y alejarse de su cosmovisión,  rescatando el conocimiento de la ley natural y de las verdades que podemos descubrir a través de la razón, los preambula fidei de Santo Tomás, además de la renovación de nuestra capacidad natural para apreciar lo sobrenatural, para ser conscientes de nuevo de la existencia de un mundo espiritual y de su trascendencia”.

Si no se recurre a la enseñanza de la Tradición, que es la regla de fe de la Iglesia, una de las fuentes de la Revelación junto con la Sagrada Escritura, la base no es sólida; es movediza. Por eso hay tantas incoherencias: por eso algunos influencers comulgan en la boca y arrodillados mientras difunden errores de puro modernismo y sentimentalismo ajeno a la enseñanza tradicional de la Iglesia y adoran al Santísimo expuesto con focos sentados en cojines en el suelo y cantando sin parar cantos protestantizantes de alabanza.

Si la jerarquía delega de facto la misión de enseñar a los fieles en estos influencers que están alcanzando audiencias de miles de bautizados, sea en redes sociales o llamados por asociaciones de fieles, por párrocos y por obispos, han de tomarse mucho más en serio su formación. ¿Han escuchado ustedes a sus pastores hablar de la ley natural o del derecho natural? Yo sólo recuerdo haber escuchado a Benedicto XVI. Estamos viviendo creyendo que somos católicos pero ajenos totalmente a lo que la Iglesia siempre enseñó, lo cual es un enorme peligro potencial para la deformación de nuestra propia fe. Según Santo Tomás de Aquino, la ley natural es “nada más que la participación de la criatura racional en la ley eterna” (I-II.94). La ley eterna es la sabiduría de Dios, puesto que ella es la norma directiva de todo movimiento y acción.

Si no se tiene esto claro, no hay manera efectiva de combatir la revuelta contra Dios que es la posmodernidad, porque es justamente la subversión diabólica de la ley natural. Si se ignora por tanto la enseñanza fundamental de la ley natural, se está construyendo sobre la arena, intentando combatir la herejía modernista desde su derivado, el posmodernismo; cayendo en los mismos errores, sin ser conscientes de ello.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario