Les comenté hace unos meses que tengo un perfil en Instagram donde no he publicado nada y que utilizo para seguir cuentas y perfiles que me interesan; la mayoría, de contenido católico. Algunas españolas, otras no; algunas de obispos o conferencias episcopales, de parroquias; otras de comunidades religiosas y otras de lo que se conoce como influencers católicos de todo tipo: sacerdotes y laicos, jóvenes, mamás católicas, matrimonios católicos, etc.
Con respecto a los influencers laicos, algunos de ellos realizan una bella e importante labor con temas muy concretos como la castidad antes del matrimonio, el poner a Dios en el centro de un matrimonio católico, la crianza de los hijos en términos cristianos y el genocidio del aborto, entre otros.
Me parece que puede ser una buena labor de primer
anuncio, pero que no puede quedarse ahí, porque sí se queda en esos temas
concretos es como construir la casa
sobre arena (Mt 7, 21). Y el problema, creo, es que sí se queda ahí en la
mayoría de las ocasiones, sin tener en cuenta el marco posmoderno de apostasía
en que vivimos y por el que todos estamos influenciados. En su inmensa mayoría,
los perfiles de los influencers son
de corte conservador; y los conservadores, como dijo G. K. Chesterton, “no son
más que los progresistas a cámara lenta”, imbuidos del mismo espíritu
modernista, ajeno, cuando no opuesto, a la Tradición de la Iglesia. Se está
disparando entonces contra los monstruos de la pornografía, la baja natalidad, el
género, el homosexualismo, el aborto y otros con pistolas de agua. Y esta poca
efectividad se debe a su misma cosmovisión posmoderna, que ha entrado en la
Iglesia y domina también el mensaje de los pastores.
Desconocemos la formación en la fe de la mayoría de
estos influencers católicos que con
la facilidad que dan las redes sociales de escribir lo que uno quiera y
alcanzar a miles de personas, pueden esparcir tremendos errores, como
desgraciadamente es el caso de la ideología de género que ciertos influencers a nivel personal pero
también ciertos institutos religiosos están difundiendo, con el peligro añadido
de que son llamados por obispos y comunidades religiosas para formar a sus
miembros, así como por escuelas católicas. No voy a decir ningún nombre porque
no se trata de condenar a ninguna persona, sino de condenar errores, por el
bien de las almas. También están ahí los talleres de corte carismático de vida
en el Espíritu que se imparten en muchas parroquias y que parten de una
vivencia de la fe en clave emotivista de origen pentecostal; es decir,
protestante.
Se da por descontada su buena intención; pero de
buenas intenciones está empedrado el camino al infierno (expresión que san
Francisco de Sales atribuye a san Bernardo de Claraval). Porque lo que está en
juego es la salvación de las almas. Por tanto, ha de enseñarse la verdad en
toda su profundidad. Hay que decir, además, que la enseñanza es una de las tres
misiones principales de la Iglesia; y si los pastores no enseñan, sino que
delegan la enseñanza en influencers
de poca o deformada formación, tenemos el error extendido con la connivencia de
la jerarquía. El mensaje de los influencers,
más que en su formación, se basa en su experiencia
personal; la que es virgen antes del matrimonio, habla de ello; quien vive
un “exitoso” matrimonio católico, de su tema; la mamá católica primeriza, de su
experiencia como joven esposa y madre católica. Todo son testimonios y
experiencias sin una base doctrinal sólida. ¿Dónde están los sacerdotes o los
teólogos impartiendo charlas o retiros basados en la espiritualidad tradicional
de la Iglesia? ¿O las vidas de los grandes santos de todos los tiempos dadas a
conocer por los pastores a los jóvenes como modelos de santidad también para
ellos?
Al respecto, la cita de Chesterton que mencionamos
anteriormente añadía algo que he omitido con la intención de poder decirlo
ahora: “los conservadores no son más que los progresistas a cámara lenta, cuya
función es impedir la restauración”.
Pues bien, ésta es la clave: la restauración de la gran Tradición católica que
enseña la verdad, para la salvación de las almas, que es el fin con el que
Cristo fundó la Iglesia.
El P. Gabriel Calvo Zarraute afirma en su libro “DeRoma a Berlín”, que “El problema es
que los occidentales de hoy han sido educados para ser escépticos hacia la
verdad, la religión y la moral, hasta el punto de que muchos tienen prejuicios
contra cualquier afirmación d su validez”, y que “los cristianos de hoy en día están
inevitablemente contaminados de este mundo poscristiano y sufren de la misma
manera esta enfermedad espiritual” (…). Los obstáculos a la evangelización
existen también dentro de la misma Iglesia. Se supone que los escolares
católicos de hoy aprenden la fe de sus padres, pero esos mismos padres fueron
mal formados en lo esencial de la fe católica (…). La ignorancia religiosa no
afecta sólo a quienes han abandonado la Iglesia”.
Entonces, ¿cómo puede la enseñanza de la Iglesia
volver a construir sobre la roca,
por el bien de las almas? Para el P. Calvo Zarraute, el rescate del conocimiento de la ley natural es clave
en este despertar. “Es necesario - afirma – tomar conciencia del contexto
posmoderno y alejarse de su cosmovisión,
rescatando el conocimiento de la ley
natural y de las verdades que podemos descubrir a través de la razón, los preambula fidei de Santo Tomás, además
de la renovación de nuestra capacidad natural para apreciar lo sobrenatural,
para ser conscientes de nuevo de la existencia de un mundo espiritual y de su
trascendencia”.
Si no se recurre a la enseñanza de la Tradición, que
es la regla de fe de la Iglesia, una de las fuentes de la Revelación junto con
la Sagrada Escritura, la base no es sólida; es movediza. Por eso hay tantas
incoherencias: por eso algunos influencers
comulgan en la boca y arrodillados mientras difunden errores de puro modernismo
y sentimentalismo ajeno a la enseñanza tradicional de la Iglesia y adoran al
Santísimo expuesto con focos sentados en cojines en el suelo y cantando sin
parar cantos protestantizantes de alabanza.
Si la jerarquía delega de facto la misión de enseñar a
los fieles en estos influencers que
están alcanzando audiencias de miles de bautizados, sea en redes sociales o
llamados por asociaciones de fieles, por párrocos y por obispos, han de tomarse
mucho más en serio su formación. ¿Han escuchado ustedes a sus pastores hablar
de la ley natural o del derecho
natural? Yo sólo recuerdo haber escuchado a Benedicto XVI. Estamos viviendo
creyendo que somos católicos pero ajenos totalmente a lo que la Iglesia siempre
enseñó, lo cual es un enorme peligro potencial para la deformación de nuestra
propia fe. Según Santo Tomás de Aquino, la ley natural es “nada más que la participación de la criatura
racional en la ley eterna” (I-II.94). La ley eterna es la sabiduría de
Dios, puesto que ella es la norma directiva de todo movimiento y acción.
Si no se tiene esto claro, no hay
manera efectiva de combatir la revuelta contra Dios que es la posmodernidad,
porque es justamente la subversión diabólica de la ley natural. Si se ignora
por tanto la enseñanza fundamental de la ley natural, se está construyendo
sobre la arena, intentando combatir la herejía modernista desde su derivado, el
posmodernismo; cayendo en los mismos errores, sin ser conscientes de ello.
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