Hace unos tres o cuatro años, durante una charla con un muchacho veinteañero converso a la fe católica y muy implicado en Hakuna, hice el comentario de que somos pecadores, a lo que él me corrigió con mucho énfasis diciendo que “en realidad, somos santos pendientes de santificarnos más cada día”; y me remitió para confirmar tal afirmación a un libro del sacerdote José Pedro Manglano, fundador de esta asociación, en que podía leerse que “los cristianos de la Iglesia primitiva se llamaban ´los santos´ porque toda su vida estaba impregnada de la presencia de Cristo y de la luz de su Evangelio”. Extrañada ante tal afirmación, consulté a mi director espiritual y me dijo que no se trataba de algo erróneo en sí, pero que sí necesitaba de mucha explicación para no dar pie a confusiones. El tema seguía rondándome la cabeza, comenzando como estábamos la Cuaresma, con todas las enseñanzas católicas tradicionales sobre el pecado y la necesidad de penitencia y conversión. Así que fui a la página web de Hakuna para ver qué podía encontrar sobre el tema; descubrí su Proyecto Slope y me apunté.
lunes, 26 de febrero de 2024
sábado, 17 de febrero de 2024
El modernismo sigue ganando batallas
Sábado, 10 de febrero, por la noche. Abro X (Twitter) sólo por ver novedades, en el sofá, tranquilamente, y me encuentro con el tweet del P. Pablo Pich que ilustra el texto. ¿Cómo va a estar una tranquila hoy en la Iglesia? “Tranquilidad” en el sentido de fiarse, de confiar, de “creer en la Iglesia”; no de relajo, porque bien sabemos que la vida espiritual es lucha.
sábado, 10 de febrero de 2024
Funerales de película
Más bien, de telefilm de domingo por la tarde en Antena 3, con sus ceremonias pastelosas de funeral protestantes, cuando no existían más de 6 ó 7 canales de televisión (aunque los más jóvenes tal vez no recuerden cómo funcionaba la televisión antes de Netflix).
sábado, 3 de febrero de 2024
Más Pascendi y menos Fiducia
No me digan que la actual situación en la cima de la jerarquía eclesiástica católica no es para estar perplejos. Un prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe que es una auténtica vergüenza; y el responsable de haberle nombrado para el cargo – por desconocimiento del individuo o por cualesquiera otras razones – no sólo le mantiene en el mismo, sino que le confirma, añadiéndole cargos. Al final, en una estructura jerárquica, y la Iglesia lo es, la responsabilidad última no es la de la persona no adecuada para el cargo al cual ha sido nombrada, sino su superior. Además de que de los ministros de la Iglesia se espera ejemplaridad moral y rectitud doctrinal.
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